Publicado Originalmente en el Blog: Mi Fobia Social.
La eficacia de los tratamientos farmacológicos para la fobia social ha recibido una gran atención en los últimos años (Botella, Baños & Perpiñá, 2003). Los objetivos de este tipo de tratamiento incluyen: a) Reducir los síntomas de activación autónoma; b) disminuir la ansiedad anticipatoria y las conductas evitativas; c) bloquear las crisis de pánico situacionales; y d) tratar las condiciones comórbidas (Cía, 2004). Los medicamentos más utilizados son los beta-bloqueantes adrenérgicos, las benzodiazepinas y algunos antidepresivos (Barlow, 2002; Book & Randall, 2002).
Los beta-bloqueantes adrenérgicos (atenolol, propanolol) utilizados también como antihipertensivos, se recomiendan principalmente para el tratamiento de las fobias sociales específicas, debido a que suprimen los síntomas periféricos de activación autónoma, como la aceleración cardíaca,la sudoración y la hiperventilación, aumentando la confianza del paciente para afrontar las situaciones fóbicas (Cíia, 2004; Echeburúa, 1996). Sin embargo, estos psicofármacos no parecen ser efectivos para disminuir la ansiedad anticipatoria (Scott & Heimberg, 2000).
Las benzodiazepinas (alprazolam, clonazepam, bromacepan), utilizados contra otros trastornos de ansiedad, tienen un efecto similar al de los beta-bloqueantes adrenérgicos, pero sus efectos no se mantienen después de que se ha interrumpido el tratamiento, por lo que se teme que puedan generar dependencia (Scott & Heimberg, 2000). Además, según los autores citados, pueden generar varios efectos secundarios, incluyendo sedación excesiva, dificultades de concentración, problemas sexuales (disminución de la líbido y anorgasmia), problemas de coordinación y problemas de memoria.
Los antidepresivos que se han utilizado para la fobia social son los inhibidores de la monoaminooxidasa (tranilcipromina, fenelzina) y los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (fluoxetina, fluvoxamina, sertralina, paroxetina, citalopram) (Acheburúa, 1996; Scott & Heimberg, 2000).
El uso de los inhibidores de la monoaminooxidasa es limitado debido a que supone restricciones en la dieta de alimentos ricos en tiroxina y pueden conllevar a crisis de hipertensión (Cía, 2004). Además, pueden teber varios efectos secundarios, incluyendo aumento de peso, vértigos e interferencias en el sueño y la función sexual (Scott & Heimberg, 2000). Los datos ofrecidos por Liebowitz et al. (1992) señalan, por otra parte, que la fenelzina podría ser más efectiva para las personas con fobia social que el atenolol. En un estudio doble ciego (en donde ni el paciente ni el médico saben qué droga está recibiendo el primero), en el que asignaron al azar un grupo de 74 pacientes con fobia social (76% con fobia social generalizada), a un tratamiento de ocho semanas con dicho psicofármaco, con atenolol o con placebo, encontraron un mayor porcentaje de pacientes recuperados en el primer grupo (64%), que en el segundo (30%) y el tercero (23%). Adicionalmente, hallaron efectos superiores de dicho psicofármaco sobre el atenelol, 16 semanas después de iniciado el tratamiento.
Los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, por su parte, han recibido una gran atención en los últimos años ya que sus efectos secundarios son escasos (Barlow, 2002) y han sido considerados, según Scott & Heimberg (2000), como agentes de primera línea para el tratamiento de la fobia social por su eficacia demostrada y tolerancia relativa. A pesar de diversos estudios a favor de su efectividad, estos productos también generan efectos secundarios indeseados, como aumento de peso, somnolencia e interferencias en el sueño y función sexual (Scott & Heimberg).
Los beta-bloqueantes adrenérgicos (atenolol, propanolol) utilizados también como antihipertensivos, se recomiendan principalmente para el tratamiento de las fobias sociales específicas, debido a que suprimen los síntomas periféricos de activación autónoma, como la aceleración cardíaca,la sudoración y la hiperventilación, aumentando la confianza del paciente para afrontar las situaciones fóbicas (Cíia, 2004; Echeburúa, 1996). Sin embargo, estos psicofármacos no parecen ser efectivos para disminuir la ansiedad anticipatoria (Scott & Heimberg, 2000).
Las benzodiazepinas (alprazolam, clonazepam, bromacepan), utilizados contra otros trastornos de ansiedad, tienen un efecto similar al de los beta-bloqueantes adrenérgicos, pero sus efectos no se mantienen después de que se ha interrumpido el tratamiento, por lo que se teme que puedan generar dependencia (Scott & Heimberg, 2000). Además, según los autores citados, pueden generar varios efectos secundarios, incluyendo sedación excesiva, dificultades de concentración, problemas sexuales (disminución de la líbido y anorgasmia), problemas de coordinación y problemas de memoria.
Los antidepresivos que se han utilizado para la fobia social son los inhibidores de la monoaminooxidasa (tranilcipromina, fenelzina) y los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (fluoxetina, fluvoxamina, sertralina, paroxetina, citalopram) (Acheburúa, 1996; Scott & Heimberg, 2000).
El uso de los inhibidores de la monoaminooxidasa es limitado debido a que supone restricciones en la dieta de alimentos ricos en tiroxina y pueden conllevar a crisis de hipertensión (Cía, 2004). Además, pueden teber varios efectos secundarios, incluyendo aumento de peso, vértigos e interferencias en el sueño y la función sexual (Scott & Heimberg, 2000). Los datos ofrecidos por Liebowitz et al. (1992) señalan, por otra parte, que la fenelzina podría ser más efectiva para las personas con fobia social que el atenolol. En un estudio doble ciego (en donde ni el paciente ni el médico saben qué droga está recibiendo el primero), en el que asignaron al azar un grupo de 74 pacientes con fobia social (76% con fobia social generalizada), a un tratamiento de ocho semanas con dicho psicofármaco, con atenolol o con placebo, encontraron un mayor porcentaje de pacientes recuperados en el primer grupo (64%), que en el segundo (30%) y el tercero (23%). Adicionalmente, hallaron efectos superiores de dicho psicofármaco sobre el atenelol, 16 semanas después de iniciado el tratamiento.
Los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, por su parte, han recibido una gran atención en los últimos años ya que sus efectos secundarios son escasos (Barlow, 2002) y han sido considerados, según Scott & Heimberg (2000), como agentes de primera línea para el tratamiento de la fobia social por su eficacia demostrada y tolerancia relativa. A pesar de diversos estudios a favor de su efectividad, estos productos también generan efectos secundarios indeseados, como aumento de peso, somnolencia e interferencias en el sueño y función sexual (Scott & Heimberg).
Se reafirma la necesidad de combinar la medicación, para contrarrestar los síntomas de la fobia social para el corto plazo, con la terapia cognitivo conductual para anular dichos síntomas a largo plazo (Fresco & Heimber, 2001). Sin embargo debido a los efectos secundarios propios de los psicofármacos y la posibilidad de recaídas una vez que se dejan de tomar, las psicoterapias empíricamente sustentadas podrían constituir una mejor alternativa para el tratamiento para la fobia social que éstos, lo cual no descarta el uso remedial de un psicofármaco con pocos efectos colaterales, para contrarrestar síntomas indeseables en casos muy serios.
Fuente: ESTADO DEL ARTE SOBRE EL TRATAMIENTO DE LA FOBIA SOCIAL. Autores: César A. Rey A.; Derly R. Aldana A.; Sujelid Hernández R. Universidad Católica de Colombia. Revista: Terapia Psicológica, 24: 191-200 (2006).