jueves, 27 de septiembre de 2012

La mezcla de los medicamentos que compró Bretón es mortal para los niños

Parece que se confirma la hipótesis que José Bretón asesino a Ruth y José con la mezcla de estos dos fármacos: Orfidal (ansiolítico) y Motivan (antidepresivo) daremos más información al respecto y les dedicaremos una entrada. Se han hecho tragicámente famosos por lo que consideramos adecuado tratar el tema y aprovechar para iniciar una linea de entradas sobre los riesgos para la salud de la interacción medicamentosa.

Fuente de la información:

«La mezcla de Orfidal y Motiván [...] es mortal con toda probabilidad en niños de 2 y 6 años». Así de contundente es el informe médico elaborado por una pediatra sobre la posible ingestión de dichos fármacos por parte de Ruth y José a instancias de su padre el pasado 8 de octubre de 2011. La Fiscalía mantiene que José Bretón pudo facilitar dichos medicamentos a los pequeños la tarde autos en el trayecto hacia la finca familiar de Las Quemadillas con el objetivo de lograr «su propósito criminal», esto es, asesinarlos e incinerar sus cuerpos en una hoguera que hizo en la parcela. 
El estudio ha sido solicitado por la acusación particular con el objetivo de predecir las posibles consecuencias de una sobredosis de ambos sedantes en infantes. El juez que instruye el caso, José Luis Rodríguez Lainz, lo ha admitido, si bien ha solicitado al Instituto de Medicina Legal que emita un dictamen «sobre su conformidad con las conclusiones a las que llega dicho informe, o puntos de posible discrepancia», señala el togado en su último auto del pasado viernes. 
La pediatra, doctora en Medicina y Cirugía, analiza en profundidad los efectos de los dos fármacos. Con respecto al Orfidal, señala que, si bien no se usa en menores, se ha demostrado que los niños «son más sensibles a los efectos de las benzodiacepinas [medicamentos psicotrópicos] sobre el Sistema Nervioso Central [SNC]». 
En este sentido, «la posible dosis [especula con 10 o 15 miligramos en una única toma] que recibieran los niños de 2 y 6 años representaría una importante sobredosis que podría haberlos llevado con toda probabilidad al fallecimiento por la combinación de los efectos tóxicos» de este medicamento, que no son otros que una intensa depresión respiratoria y el coma. 
En cuanto al Motivan, la experta señala que «no hay estudios en menores de 7 años porque no se usa en la práctica médica al estar contraindicado formalmente. Sí se sabe que en pacientes menores de 18 años existe un mayor riesgo de efectos adversos». 
No obstante, «en niños menores de 6 años, una ingesta probablemente superior a 5 comprimidos (100 miligramos) supone una sobredosis severa, con lo que el riesgo de muerte es prácticamente total». 
Así, con la combinación de Orfidal y Motivan, «además de potenciarse sus efectos, se potencian en toxicidad por competir entre ellos por las rutas habituales que posee el organismo para metabolizarlos y eliminarlos», dice el informe médico aceptado por el juez instructor del caso. 
En conclusión, «la mezcla de ambos fármacos en las dosis estimadas [no sabemos la dosis exacta y si los niños llevaban alimento en el tracto digestivo] -la abuela paterna asegura que les dio pan, pero nada más; no está claro si comieron ese día- supondrían un fallo orgánico que en niños de 2 y 6 años es mortal con toda probabilidad. No obstante, la muerte no sería inmediata y podría tardar unas horas en producirse».

lunes, 17 de septiembre de 2012

El Beleño (La planta de las brujas)

Hyoscyamus niger
El “beleño” o Hyoscyamus niger era conocido por los antiguos griegos como embriagante, y probablemente lo utilizaban como aditivo en la elaboración de sus vinos. Natural de Europa, el beleño fue también un ingrediente habitual de los “ungüentos para volar” de las brujas (Clark 1921; De Vries 199la; Harner 1973c; Hansen 1978; Lewin 1924; Mehra 1979). El jugo del beleño fue utilizado como veneno para flechas por los antiguos Galos (Hansen 1978). Hasta hoy, el beleño se ha utilizado en etnomedicina marroquí como narcótico y anestésico dental (en ortodoncia) (Bellakhdar et al. 1991) y en la antigüedad formó parte de la farmacopea china (Li 1978). El principal alcaloide del beleño es la hiosciamina (Evans 1979; Geiger y Hesse 1833) presentando también cantidades significativas de escopolamina. Las raíces son la parte más activa con hasta un 0,16% de alcaloides (Henry 1949; Schultes y Hofmann 1980). Hyoscyamus niger se fuma con tabaco en el sur del Kashmir “a modo de alucinógeno” (Shah 1982) y las flores de H. boveanus fueron usadas del mismo modo por los beduinos del desierto egipcio (Goodman y Hobbs 1988). Hyoscyamus reticulatus ha sido citado como “psicodisléptico” tradicional en Afganistán (Younos et al. 1987), donde se ha visto que H. niger se mezcla con Amanita muscaria en un remedio de uso tópico. En etnomedicina nepalí H. niger se utiliza como sedante (Singh et al. 1979). Hyoscyamus albus, Haureus, H. reticulatus y H. senecionis presentan elevadas concentraciones de alcaloides tropánicos, mientras que H. muticus fue la especie más potente y en H. pusillus sólo se encontraron trazas de alcaloides (Pelt et al. 1967).

domingo, 9 de septiembre de 2012

Nicotina como enteógeno

 Abrimos un hilo de publicaciones sobre los efectos psicoactivos de substancias que culturalmente consideramos como de uso corriente en nuestro entorno habitual como la nicotina y la cafeina. Nos ha parecido adecuado iniciarla con un extracto de todo un clásico del género: El Pharmacotheon de Jonathan Ott y Albert Hofmann que esperamos que encontréis interesante porque el uso de la nicotina no se ha limitado tan solo a nuestros actuales cigarrillos.



Generalmente, no se considera a la nicotina, principio activo y adictivo del omnipresente tabaco, un embriagante capaz de producir visiones. El bajo contenido en nicotina de los modernos cigarillos manufacturados es, de hecho, insuficiente para desencadenar experiencias visionarias, causando únicamente la suave estimulación del fumador y un alivio de los síntomas de la abstinencia ocasionados por su adicción al tabaco (Byrne 1988; Schelling 1992). Sin embargo, el tabaco ha sido el embriagante chamánico par excellence a lo largo y ancho de las Américas y Nicotiana tabacum (fuente de los tabacos actuales para cigarillos, cigarros y pipa) y N. rustica (usada en bidis) han sido las especies más destacadas. 
De acuerdo con el experto en tabaco J. Wilbert, en la Amazonia “Nicotiana constituye un agente de transformación codo a codo con Anadenanthera, Banisteriopsis, Trichocereus pachanoi (el cactos San Pedro) y Virola en el mundo de los hombres-jaguar y la licantropía en general”. Además, los preparados de tabaco son uno de los aditivos más comunes y extendidos de las pociones de ayahausca y muchos chamanes, como los de la tribu de los Záparo “toman ayahuasca... para ver mejor pero creen que su auténtico poder deriva del tabaco” (Schultes y Hofmann 1979; Schultes y Raffauf 1990; Wilbert 1987). 
 La ingestión de tabaco es una parte integral del aprendizaje chamánico en toda la Amazonia (Alarcón 1990; Schultes y Raffauf 1992). En México, los indios tarahumara “consideran que el tabaco sigue, en importancia, al híkuri o péyotl y que es más potente que la dekuba (Datura)” (Bye 1979a). Aparte de N. tabacum y N. rustica, los indios tarahumara fuman de forma ritual N. trigonophylla (Bye 1979a), una especie de tabaco silvestre usada del mismo modo por los indios Hopi (Whiting 1939). 
En el Viejo Mundo, los aborígenes australianos utilizaron otra planta, que contiene nicotina, llamada pituri, Duboisia hopwoodii, en forma de preparado para mascar, con fines estimulantes y como embriagante chamánico (Cawte 1985; Watson 1983; Watson et al. 1983). Aunque básicamente se trata de un género del Nuevo Mundo, existen varias especies de tabaco naturales del Viejo Mundo (del Pacífico sur, Australia y África; véase Feinhandler et al. 1979; Goodspeed 1954). La nicotina esta presente en otras plantas diversas y se ha encontrado en trazas en la hoja de coca, aunque este informe aún no ha sido confirmado (Novák et al. 1984) 
Los aborígenes australianos Alyamara solían mascar (junto con cenizas alcalinas) las hojas desecadas de varias especies de Nicotiana “por su efecto narcótico”: N. benthamiana, N. gossei, N. ingulba, N. megalosiphon y N. velutina. Utilizaban de forma similar las hojas de la especie relacionada Goodenia lunata. Las hojas de algunos de estos tabacos silvestres eran maceradas y vertidas en pequeños agujeros con agua en las rocas, para aturdir y facilitar la captura de los pájaros que bebían de ella (O'Connell et al. 1983). Parece ser que Nicotiana ingulba era usada como embriagante por el pueblo Binbidu de Australia (Thomson 1961). La etnofarmacognosia del tabaco en Sudamérica ha sido resumida en un libro reciente de J.Wilbert Tobacco and Shamanism in South America (Tabaco y Chamanismo en Sudamérica) (Wilbert 1987). Wilbert había detallado anteriormente el uso chamánico del tabaco entre los indios Warao de Venezuela (Wilbert 1972; Wilbert 1975). 
El uso del tabaco, observado por primera vez por los europeos en el primer viaje de Colón, era prácticamente universal entre los grupos indígenas del Nuevo Mundo. Aunque la forma más conocida de tomarlo es fumado, para obtener la embriaguez chamánica también se ha usado masticado, en pociones, en preparados orales “lamibles” (ambil y chimó; Kamen-Kaye 1971; Kamen-Kaye 1975; Schultes 1945), en forma de rapé (Gorman 1993) y en clísteres o enemas. Fumado, es de hecho, la forma de administración más habitual en Sudamérica siendo citada por Wilbert en 233 tribus indias, seguido en orden de prevalencia por las pociones (64 tribus), masticatorios (56 tribus), rapés (53 tribus), preparados “lamibles” (16 tribus) y sólo citó dos tribus que lo utilizaran en forma de clísteres (Wilbert 1987). El uso de enemas de tabaco aparece ya mencionado en el tratado clásico de N. Monardes de 1574 sobre plantas medicinales del Nuevo Mundo reimpreso recientemente (Monardes 1990). En todos los casos se utilizan grandes dosis de variedades potentes de tabaco para alcanzar estados visionarios de trance, de forma que los conocidos efectos de las intoxicaciones graves por nicotina caracterizados por alteraciones de la visión (ambliopía del tabaco) parecen ser parte integral de las visiones chamánicas entre los grupos indígenas sudamericanos (Wilbert 1987; Wilbert 1991). 
El uso ritual del tabaco no ha sido exclusivo de Sudamérica, sino que N. rustica o picietl y N. tabacum o quauhyetl han tenido una tremenda importancia en el México precolombino y ha sobrevivido hasta nuestros días (Furst 1976; Garza 1990; Robicsek 1978; Schele y Freidel 1990; Schele y Miller 1986). Los indios norteamericanos de las zonas templadas como los indios Costanoa de Califomia, los Kawaiisu de Utah y los Pima que utilizaron Nicotiana bigelovii (Bocek 1984; Zigmond 1981) y los Chumash que utilizaron esta especie y N. attenuata (Timbrook 1984; Timbrook 1978; Timbrook 1990). Se ha encontrado N. attenuata en antiguos cigarrillos de Arizona elaborados a base de Phragmites. Finalmente, esta planta fue usada por los Hopi, Pima, Yuma, Zuni, Washoe y los indios Paiute del sur (Adams 1990) y de forma tradicional tan al norte como Canadá, por ejemplo por los indios Tbompson (Turner et al. 1990). 
Aunque se ha intentado explicar el uso del tabaco como embriagante chamánico por la presencia de componentes carbolínicos (Janiger y Dobkin de Ríos 1976), las especies de tabaco importantes en el chamanismo contienen nicotina y a veces cantidades menores de nomicotina, siendo estos compuestos los principales responsables de las propiedades farmacológicas del tabaco. En palabras de J.Wilbert: “el interés de los nativos por el tabaco se centra en el alcaloide nicotina que contiene. Comparando los datos etnográficos del uso del tabaco con los resultados de los estudios experimentales y clínicos se deduce que las propiedades fannacológicas de la nicotina explicarían ciertas prácticas terapéuticas y creencias fundamentales del chamanismo del tabaco en Sudamérica” (Wilbert 1991). 
La nicotina, aislada por primera vez en 1807, es extremadamente tóxica bastando una o dos gotas de nicotina pura (60-120 mg) colocadas sobre la piel para matar a un ser humano adulto. Un cigarro habitual contiene suficiente nicotina para matar a dos personas si se inyectara en sus cuerpos (Larson et al. 1961). De hecho, las especies de Nicotiana se han utilizado como ingrediente de los venenos de dardos en Sudamérica (Bisset 1992a) y se conoce como mínimo un fallecimiento debido a la ingestión accidental de hojas de “tabaco del desierto” N. trigonophylla (especie utilizada tradicionalmente por los indios Pima y Yuma; Adams 1990). A su vez, las hojas de N. glauca, que contiene anabasina, también han causado muertes (Castorena et al. 1987; Tumer y Szczawinski 1991). Actualmente, los indios huicholes de México preparan una mezcla embriagante para fumar que llaman ye-tumutsáli, a partir de Nicotiana rustica y yahutli (escrito también ahutli o yauhtli y llamado también pericón) o Tagetes lucida, pariente de T. erecta o Zempoalxóchih (véase Apéndice B; Siegel et al. 1977). En Surinam y la Guayana francesa también ha sido utilizado un rapé psicotomimético a base de N. tabacum y cenizas de Sterculia (Plotkin et al. 1980). El uso del tabaco como “alucinógeno” en Mesoamérica ha sido resumido brevemente en un artículo reciente (Elferink 1983). 
El uso del pituri, las hojas curadas de Duboisia hopwoodii, como estimulante y masticatorio embriagante por los aborígenes australianos fue descrito en la década de 1860 por miembros de un malogrado grupo de exploradores bajo el mando de W.J. Wills, de los que todos, a excepción de uno, murieron de hambre en 1861. Lo llamaron bedgery, pedgery y pitchery y lo calificaron de “altamente embriagante” añadiendo que “después de mascarlo durante algunos minutos me encontré bastante alegre e indiferente a mi situación” (W.J. Wills y A. Morehead citados en Schleiffer 1979). Este relato es bastante anecdótico considerando que la “situación” del autor era grave: ¡se estaba muriendo de hambre y contemplaba como sus compañeros de expedición morían a su vez! En diversas muestras de pituri, así como en las hojas de D. hopwoodii, se ha determinado la presencia de una elevada concentración de nicotina, alrededor del 5%, junto con nomicotina y otros alcaloides relacionados. Las raíces de D. hopwoodii contienen hiosciamina y escopolamina además de nicotina, nornicotina y otros alcaloides relacionados. En una muestra de pituh con una antigüedad de 80 años se halló un 0,5% de nicotina y un 0,2% de metanicotina con trazas de otros alcaloides (Watson et al. 1983). 
 Una especie relacionada, Duboisia myoporoides, es utilizada en Nueva Caledonia por los nativos como antídoto contra un envenenamiento por peces tóxicos llamado “intoxicación cigarretera” (Bourdy et al. 1992). Las hojas de esta especie se ingieren para contrarrestar el envenenamiento y en ellas se ha hallado nicotina, nomicotina, atropina y escopolamina. Se ha estimado que dos bocados de las hojas podían contener alrededor de 50 mg de nicotina y 20 mg de escopolamina (Dufva et al. 1976). Se sabe también que los aborígenes australianos que mascan las hojas de especies silvestres de Nicotiana, que probablemente contienen nicotina, utilizándolas como estimulante (Peterson 1979).

viernes, 7 de septiembre de 2012