Algunas formas leves de TDAH se pueden controlar a veces con tratamiento no farmacológico, sin embargo, los estudios indican que el tratamiento más eficaz es la combinación de medicación, psicoterapia conductual, entrenamiento a los padres, y apoyo escolar.
Los niños con TDAH tienen un desequilibrio químico de los neurotransmisores, los más afectados son la Dopamina y la Noradrenalina (sustancias químicas del cerebro), lo que ocasiona un retraso en el desarrollo cerebral. Principalmente, se ve afectado el lóbulo frontal; por tanto, habrá una alteración en la atención, en el control de impulsos y en las funciones ejecutivas.
Actualmente, existen fármacos estimulantes como el metilfenidato y la dextroanfetamina y fármacos no estimulantes como la atomoxetina ,bupropion y los tricíclicos.
Los fármacos más utilizados en el trastorno son los estimulantes y la atomoxetina. Los estimulantes aumentan los niveles de dopamina y la atomoxetina aumenta los niveles de noradrenalina. Es necesario conocer que la medicación es segura y que los efectos secundarios son pocos y no son graves. Dichos fármacos son prescritos de acuerdo con el criterio del médico y con la aprobación de los padres.
El tratamiento farmacológico con estimulantes y atomoxetina se ha demostrado que es eficaz entre un 70-80% en la reducción de los síntomas y es más eficaz que la psicoterapia conductual sin medicación.
El medicamento principal para el tratamiento del TDAH es el metilfenidato. El metilfenidato es un estimulante que mejora tanto la hiperactividad como la inatención en niños con TDAH. Más de 60 años de experiencia con ésta medicación, y más de 150 estudios en diversos países confirman que es eficaz y segura en el tratamiento.
Aunque el metilfenidato suele tolerarse bien, como es un estimulante, a veces puede producir algunos efectos secundarios generalmente leves como la disminución del apetito o del sueño, fácilmente reversibles bajando la dosis.
La atomoxetina es otro medicamento no derivado anfetamínico de primera elección en pacientes con TDAH. Su efecto positivo dura todo el día y puede administrarse en una sola toma por la mañana. Además, no tiene potencial de abuso, puede mejorar la ansiedad y no empeora los tics.
A pesar de ser la atomoxetina un medicamento nuevo, está muy bien estudiado, y lleva varios años siendo utilizado en muchos países (EE.UU., Gran Bretaña, Alemania, Canadá, Australia…). Más de 4 millones de personas lo han tomado, sin problemas de seguridad, y con eficacia en niños, adolescentes y adultos con TDAH.
Es importante destacar que son muchos los niños que se benefician de estos tratamientos farmacológicos y que es necesario en un 80% de los casos, pero siempre combinados con otras intervenciones tanto psico-educativas como socio-familiares, para mejorar la autonomía del niño, su déficit de atención, hiperactividad e impulsividad.
Si un alumno está medicado y los profesores del niño lo conocen, éstos pueden colaborar observando y registrando si aparecen mejoras o no en el rendimiento académico, en el comportamiento y en las relaciones con sus compañeros. Su información puede ser de gran utilidad para el médico que trata al alumno a la hora de valorar la efectividad del tratamiento farmacológico o bien la necesidad de ajustar la dosis.
También, desde el centro escolar pueden colaborar en la observación de posibles efectos secundarios tales como, irritabilidad, dolor de cabeza, nauseas, disminución del apetito, etc., y trasladar la información a los padres.
Es importante que cuando el alumno muestre resultados positivos tras la administración del fármaco, el profesor refuerce su buena conducta o buen rendimiento y no lo atribuya al fármaco; como lo haría con frases tipo “se nota que hoy te has acordado de tomar la pastilla” o “que bien trabajas cuando tomas la pastilla”.
A veces los niños salen adelante sin medicación, pero quizás tienen demasiados apoyos que les hacen perder autonomía. Esto puede generar estrés en la familia; ya que los esfuerzos a lo que se ven sometidos son demasiados. Además, en el colegio se corre el riesgo de que los demás niños les etiqueten como el “niño diferente”.
Fuente original: Fundación CADAH