domingo, 9 de septiembre de 2012

Nicotina como enteógeno

 Abrimos un hilo de publicaciones sobre los efectos psicoactivos de substancias que culturalmente consideramos como de uso corriente en nuestro entorno habitual como la nicotina y la cafeina. Nos ha parecido adecuado iniciarla con un extracto de todo un clásico del género: El Pharmacotheon de Jonathan Ott y Albert Hofmann que esperamos que encontréis interesante porque el uso de la nicotina no se ha limitado tan solo a nuestros actuales cigarrillos.



Generalmente, no se considera a la nicotina, principio activo y adictivo del omnipresente tabaco, un embriagante capaz de producir visiones. El bajo contenido en nicotina de los modernos cigarillos manufacturados es, de hecho, insuficiente para desencadenar experiencias visionarias, causando únicamente la suave estimulación del fumador y un alivio de los síntomas de la abstinencia ocasionados por su adicción al tabaco (Byrne 1988; Schelling 1992). Sin embargo, el tabaco ha sido el embriagante chamánico par excellence a lo largo y ancho de las Américas y Nicotiana tabacum (fuente de los tabacos actuales para cigarillos, cigarros y pipa) y N. rustica (usada en bidis) han sido las especies más destacadas. 
De acuerdo con el experto en tabaco J. Wilbert, en la Amazonia “Nicotiana constituye un agente de transformación codo a codo con Anadenanthera, Banisteriopsis, Trichocereus pachanoi (el cactos San Pedro) y Virola en el mundo de los hombres-jaguar y la licantropía en general”. Además, los preparados de tabaco son uno de los aditivos más comunes y extendidos de las pociones de ayahausca y muchos chamanes, como los de la tribu de los Záparo “toman ayahuasca... para ver mejor pero creen que su auténtico poder deriva del tabaco” (Schultes y Hofmann 1979; Schultes y Raffauf 1990; Wilbert 1987). 
 La ingestión de tabaco es una parte integral del aprendizaje chamánico en toda la Amazonia (Alarcón 1990; Schultes y Raffauf 1992). En México, los indios tarahumara “consideran que el tabaco sigue, en importancia, al híkuri o péyotl y que es más potente que la dekuba (Datura)” (Bye 1979a). Aparte de N. tabacum y N. rustica, los indios tarahumara fuman de forma ritual N. trigonophylla (Bye 1979a), una especie de tabaco silvestre usada del mismo modo por los indios Hopi (Whiting 1939). 
En el Viejo Mundo, los aborígenes australianos utilizaron otra planta, que contiene nicotina, llamada pituri, Duboisia hopwoodii, en forma de preparado para mascar, con fines estimulantes y como embriagante chamánico (Cawte 1985; Watson 1983; Watson et al. 1983). Aunque básicamente se trata de un género del Nuevo Mundo, existen varias especies de tabaco naturales del Viejo Mundo (del Pacífico sur, Australia y África; véase Feinhandler et al. 1979; Goodspeed 1954). La nicotina esta presente en otras plantas diversas y se ha encontrado en trazas en la hoja de coca, aunque este informe aún no ha sido confirmado (Novák et al. 1984) 
Los aborígenes australianos Alyamara solían mascar (junto con cenizas alcalinas) las hojas desecadas de varias especies de Nicotiana “por su efecto narcótico”: N. benthamiana, N. gossei, N. ingulba, N. megalosiphon y N. velutina. Utilizaban de forma similar las hojas de la especie relacionada Goodenia lunata. Las hojas de algunos de estos tabacos silvestres eran maceradas y vertidas en pequeños agujeros con agua en las rocas, para aturdir y facilitar la captura de los pájaros que bebían de ella (O'Connell et al. 1983). Parece ser que Nicotiana ingulba era usada como embriagante por el pueblo Binbidu de Australia (Thomson 1961). La etnofarmacognosia del tabaco en Sudamérica ha sido resumida en un libro reciente de J.Wilbert Tobacco and Shamanism in South America (Tabaco y Chamanismo en Sudamérica) (Wilbert 1987). Wilbert había detallado anteriormente el uso chamánico del tabaco entre los indios Warao de Venezuela (Wilbert 1972; Wilbert 1975). 
El uso del tabaco, observado por primera vez por los europeos en el primer viaje de Colón, era prácticamente universal entre los grupos indígenas del Nuevo Mundo. Aunque la forma más conocida de tomarlo es fumado, para obtener la embriaguez chamánica también se ha usado masticado, en pociones, en preparados orales “lamibles” (ambil y chimó; Kamen-Kaye 1971; Kamen-Kaye 1975; Schultes 1945), en forma de rapé (Gorman 1993) y en clísteres o enemas. Fumado, es de hecho, la forma de administración más habitual en Sudamérica siendo citada por Wilbert en 233 tribus indias, seguido en orden de prevalencia por las pociones (64 tribus), masticatorios (56 tribus), rapés (53 tribus), preparados “lamibles” (16 tribus) y sólo citó dos tribus que lo utilizaran en forma de clísteres (Wilbert 1987). El uso de enemas de tabaco aparece ya mencionado en el tratado clásico de N. Monardes de 1574 sobre plantas medicinales del Nuevo Mundo reimpreso recientemente (Monardes 1990). En todos los casos se utilizan grandes dosis de variedades potentes de tabaco para alcanzar estados visionarios de trance, de forma que los conocidos efectos de las intoxicaciones graves por nicotina caracterizados por alteraciones de la visión (ambliopía del tabaco) parecen ser parte integral de las visiones chamánicas entre los grupos indígenas sudamericanos (Wilbert 1987; Wilbert 1991). 
El uso ritual del tabaco no ha sido exclusivo de Sudamérica, sino que N. rustica o picietl y N. tabacum o quauhyetl han tenido una tremenda importancia en el México precolombino y ha sobrevivido hasta nuestros días (Furst 1976; Garza 1990; Robicsek 1978; Schele y Freidel 1990; Schele y Miller 1986). Los indios norteamericanos de las zonas templadas como los indios Costanoa de Califomia, los Kawaiisu de Utah y los Pima que utilizaron Nicotiana bigelovii (Bocek 1984; Zigmond 1981) y los Chumash que utilizaron esta especie y N. attenuata (Timbrook 1984; Timbrook 1978; Timbrook 1990). Se ha encontrado N. attenuata en antiguos cigarrillos de Arizona elaborados a base de Phragmites. Finalmente, esta planta fue usada por los Hopi, Pima, Yuma, Zuni, Washoe y los indios Paiute del sur (Adams 1990) y de forma tradicional tan al norte como Canadá, por ejemplo por los indios Tbompson (Turner et al. 1990). 
Aunque se ha intentado explicar el uso del tabaco como embriagante chamánico por la presencia de componentes carbolínicos (Janiger y Dobkin de Ríos 1976), las especies de tabaco importantes en el chamanismo contienen nicotina y a veces cantidades menores de nomicotina, siendo estos compuestos los principales responsables de las propiedades farmacológicas del tabaco. En palabras de J.Wilbert: “el interés de los nativos por el tabaco se centra en el alcaloide nicotina que contiene. Comparando los datos etnográficos del uso del tabaco con los resultados de los estudios experimentales y clínicos se deduce que las propiedades fannacológicas de la nicotina explicarían ciertas prácticas terapéuticas y creencias fundamentales del chamanismo del tabaco en Sudamérica” (Wilbert 1991). 
La nicotina, aislada por primera vez en 1807, es extremadamente tóxica bastando una o dos gotas de nicotina pura (60-120 mg) colocadas sobre la piel para matar a un ser humano adulto. Un cigarro habitual contiene suficiente nicotina para matar a dos personas si se inyectara en sus cuerpos (Larson et al. 1961). De hecho, las especies de Nicotiana se han utilizado como ingrediente de los venenos de dardos en Sudamérica (Bisset 1992a) y se conoce como mínimo un fallecimiento debido a la ingestión accidental de hojas de “tabaco del desierto” N. trigonophylla (especie utilizada tradicionalmente por los indios Pima y Yuma; Adams 1990). A su vez, las hojas de N. glauca, que contiene anabasina, también han causado muertes (Castorena et al. 1987; Tumer y Szczawinski 1991). Actualmente, los indios huicholes de México preparan una mezcla embriagante para fumar que llaman ye-tumutsáli, a partir de Nicotiana rustica y yahutli (escrito también ahutli o yauhtli y llamado también pericón) o Tagetes lucida, pariente de T. erecta o Zempoalxóchih (véase Apéndice B; Siegel et al. 1977). En Surinam y la Guayana francesa también ha sido utilizado un rapé psicotomimético a base de N. tabacum y cenizas de Sterculia (Plotkin et al. 1980). El uso del tabaco como “alucinógeno” en Mesoamérica ha sido resumido brevemente en un artículo reciente (Elferink 1983). 
El uso del pituri, las hojas curadas de Duboisia hopwoodii, como estimulante y masticatorio embriagante por los aborígenes australianos fue descrito en la década de 1860 por miembros de un malogrado grupo de exploradores bajo el mando de W.J. Wills, de los que todos, a excepción de uno, murieron de hambre en 1861. Lo llamaron bedgery, pedgery y pitchery y lo calificaron de “altamente embriagante” añadiendo que “después de mascarlo durante algunos minutos me encontré bastante alegre e indiferente a mi situación” (W.J. Wills y A. Morehead citados en Schleiffer 1979). Este relato es bastante anecdótico considerando que la “situación” del autor era grave: ¡se estaba muriendo de hambre y contemplaba como sus compañeros de expedición morían a su vez! En diversas muestras de pituri, así como en las hojas de D. hopwoodii, se ha determinado la presencia de una elevada concentración de nicotina, alrededor del 5%, junto con nomicotina y otros alcaloides relacionados. Las raíces de D. hopwoodii contienen hiosciamina y escopolamina además de nicotina, nornicotina y otros alcaloides relacionados. En una muestra de pituh con una antigüedad de 80 años se halló un 0,5% de nicotina y un 0,2% de metanicotina con trazas de otros alcaloides (Watson et al. 1983). 
 Una especie relacionada, Duboisia myoporoides, es utilizada en Nueva Caledonia por los nativos como antídoto contra un envenenamiento por peces tóxicos llamado “intoxicación cigarretera” (Bourdy et al. 1992). Las hojas de esta especie se ingieren para contrarrestar el envenenamiento y en ellas se ha hallado nicotina, nomicotina, atropina y escopolamina. Se ha estimado que dos bocados de las hojas podían contener alrededor de 50 mg de nicotina y 20 mg de escopolamina (Dufva et al. 1976). Se sabe también que los aborígenes australianos que mascan las hojas de especies silvestres de Nicotiana, que probablemente contienen nicotina, utilizándolas como estimulante (Peterson 1979).

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