martes, 18 de enero de 2011

Reacciones adversas en antidepresivos de nueva generación

Un trabajo de la Escuela Andaluza de Salud Pública (EASP), organismo adscrito a la Consejería de Salud, revela que el uso cada vez más extendido de los antidepresivos de nueva generación, como pueden ser la fluoxetina, la paroxetina o la nefazodona, ha permitido conocer reacciones adversas antes desconocidas.
Según este trabajo, al que ha tenido acceso Europa Press, entre las reacciones adversas descritas e “inicialmente desconocidas” se encuentran “la aparición de hemorragias digestivas altas, disfunción sexual, aumento del riesgo de suicido en adultos, osteoporosis y otros riegos asociados a su uso durante el embarazo y la lactancia”.
En concreto, en el análisis de la EASP, que se detiene primero en la extensión de este tipo de medicamentos, se sostiene que los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) son actualmente los antidepresivos más utilizados en todo el mundo.
De hecho, y según las tablas de grupos terapéuticos y principios activos de mayor consumo en el Sistema Nacional de Salud (SNS) de ese año, el consumo en 2004 de antidepresivos de nueva generación –los de la familia de los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS)– supuso un gasto de 431,60 millones de euros, siendo el precio medio del envase de 30,20 euros.
Pese a que concreta que el aumento en su utilización “parece deberse a su perfil de reacciones adversas, más favorable que el de los antidepresivos tradicionales”, este trabajo advierte de que en los últimos años este tema “suscita controversia, al haberse descrito tras su comercialización nuevas reacciones adversas desconocidas inicialmente”.
Así, alude a la hemorragia digestiva alta, hiponatremia, disfunción sexual, aumento del riesgo de suicidio en adultos u osteoporosis, anteriormente citadas.
En cuanto a la aparición de hemorragias digestivas altas, la EASP detalla que diversos estudios observacionales han puesto de manifiesto la aparición ocasional de este tipo de casos “tras la administración de inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina”.
Con todo, subraya que el riesgo absoluto “es bajo”, si bien reconoce que “se ve aumentado en pacientes que utilizan un antiinflamatorio no esteroideo (AINE), especialmente en ancianos o pacientes con antecedentes de hemorragia”.

RIESGO DE DISFUNCIÓN SEXUAL.

Respecto al riesgo de disfunción sexual, entre los que cita casos de disminución de la libido, disfunción orgásmica o problemas eréctiles y eyaculatorios, este trabajo aclara que estas reacciones adversas son “frecuentemente descritas con todos los antidepresivos”, algo que “repercute en el cumplimiento del tratamiento” –adherencia a los tratamientos–.
Además, advierte de que en ocasiones resulta difícil de identificar, “al constituir un síntoma asociado a la propia depresión”, si bien “mejora tras la retirada del fármaco”.
Pese a que la EASP apunta a que por el momento, “no se dispone de evidencias que apoyen que existan diferencias significativas en la incidencia de estas reacciones entre los distintos fármacos”, puntualiza que “parece ser la paroxetina la que se asociaría a un mayor riesgo de disfunción sexual”.
Respecto al aumento de riesgo de suicidio en pacientes adultos tratados con estos fármacos, este estudio recogido por Europa Press sostiene que se trata de un tema “controvertido” y “difícil” de establecer debido a su “baja incidencia”. Así, afirma que mientras que para unos autores aumentarían el riesgo, otros indican que lo reducen.
No obstante, aboga por que, pese a que los resultados de los estudios “no sean concluyentes”, al prescribir un ISRS en pacientes con depresión “se realice un seguimiento de la ideación suicida en las primeras semanas del tratamiento”.
En cuanto a la aparición de osteoporosis, afirma que en dos estudios recientemente publicados se ha observado que el uso de antidepresivos ISRS, “pero no el de otros antidepresivos”, se asocia a un aumento en la pérdida de masa ósea.
Respecto a la aparición de cuadros depresivos durante el embarazo y el puerperio, este trabajo sostiene que “es frecuente” y que “puede requerir tratamiento farmacológico”. Con todo, puntualiza que, “aunque los ISRS son el tratamiento de elección, su uso no está exento de riesgos para el niño durante el embarazo y lactancia”.


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